sábado, 20 de agosto de 2011

Los ídolos


El ídolo es un rol social cuya función consiste en asumir y gratificar aspiraciones colectivas. Cuanto mayor es la coincidencia entre estas aspiraciones y el comportamiento del sujeto-ídolo, más intensa es la adhesión que despierta. Pero el más mínimo desajuste entre el rol adjudicado y el asumido, la idolatría muestra su reverso en una tremenda hostilidad proporcional sólo al grado de frustración sufrida.
La figura idealizada emerge como más necesaria en un contexto de crisis en el cual se desdibujan el padre y la madre. En este momento histórico la juventud aparece como una nueva clase social que enfrenta las estructuras de un mundo adulto para señalar su fracaso. La autoridad de los ancianos ha sido desplazada por la figura del adulto, y el signo de la crisis es la entrada en escena del joven, casi del adolescente, en competencia con sus mayores. La experiencia se convierte en un bagaje inútil y anacrónico. La sociedad revive. Se promociona todo lo nuevo, lo joven, en arte, política y ciencia. Con la caída de la gerontocracia se inicia la búsqueda de figuras sustitutivas que se convierten en los modelos reconocidos por la cultura de masas.
En este medio, el niño pierde progresivamente la posibilidad de identificarse con su padre, y ese conflicto básico de imitación y rechazo, que recorre todo proceso de desarrollo, pierde vigencia. En su lugar emerge un sentimiento de vacío, de aburrimiento, angustia. La vida parece no tener sentido, es necesario hacer una demanda, hacia un padre ideal. Aparece la búsqueda de ideologías, símbolos que representarán unas al padre y otra a la madre, la nación, la patria, la iglesia, el líder político.
Los modelos de identificación, las funciones de protección que han sido asignadas se desplazan del ámbito de las familias y del radio de acción del hombre maduro. Recaen entonces sobre los héroes de la cultura de masas, llamados a cumplir este rol de objeto idealizado. El nuevo modelo, el ser humano buscando su propia realización a través de la instrumentación del amor y bienestar. La juventud y el presente se han convertido en el valor esencial de nuestro tiempo.
Las interacciones existentes entre la cultura de masas y la adolescencia, se caracterizan por ser intensas y caóticas.
El adolescente no totalmente capacitado para seleccionar modelos que los mass media le aportan continuamente, que a su vez determinan pautas de comportamientos distintas.
La rebelión de los jóvenes adquiere un lenguaje propio que se hace manifiesto a través de su vestimenta, su jerga, su música, sus diversiones, pero de un modo particular por medio de sus ídolos, portavoces del orden distinto al que aspiran.
La conducta de estos héroes, convertidos en personajes míticos, debe ser comprendida dentro del fenómeno de la idolatría. Su vida esta determinada por esa relación con sus fans, quienes terminan por poseerlos completamente. Su éxito, exige un precio de dependencia total. Su vida privada está al servicio de cientos de miles de seres, siendo al mismo tiempo ideales inimitables y modelos imitables.
texto inspirado en Los ídolos. Enrique Pichon Riviere-Psicologia de la V.Cotidiana. Ediciones nueva visión.

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